En medio de un entorno digital cada vez más influyente en la formación de la opinión pública, crece la preocupación por el uso de campañas sucias, desinformación y manipulación a través de redes sociales, prácticas que afectan directamente la transparencia, la credibilidad de los procesos políticos y la confianza ciudadana.
Diversos análisis recientes evidencian la existencia de estrategias coordinadas mediante cuentas falsas, automatización de mensajes (bots) y difusión de contenidos engañosos, con el objetivo de confundir a la población, distorsionar hechos reales e inducir percepciones erróneas en momentos de alta sensibilidad política.
Este fenómeno no solo vulnera el derecho ciudadano a estar informado con veracidad, sino que también debilita los principios democráticos, al utilizar la mentira como herramienta de posicionamiento y ataque. Expertos en comunicación digital advierten que estas prácticas han aumentado de manera alarmante en los últimos años, aprovechando el alcance masivo y la velocidad de propagación de la información en plataformas digitales.

Organizaciones de la sociedad civil, analistas políticos y especialistas en tecnología coinciden en la urgencia de fortalecer los mecanismos de verificación, educación digital y regulación responsable del ecosistema informativo, para proteger a los ciudadanos frente a la manipulación y la desinformación sistemática.
“La ciudadanía merece campañas basadas en propuestas, hechos y argumentos, no en engaños ni estrategias ocultas que buscan confundir”, señalan expertos consultados.
Ante este escenario, se hace un llamado a la población a verificar las fuentes, cuestionar los contenidos dudosos y ejercer un consumo crítico de la información, así como a las autoridades competentes a reforzar la vigilancia sobre estas prácticas que atentan contra la sana convivencia democrática.
La transparencia, la verdad y la ética deben prevalecer por encima de cualquier interés político.
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