Recorriendo las calles de la Comuna 9 Buenos Aires encontramos un panorama hermoso a la vista de sus habitantes y residentes. Sus manjares, cultura y arte son solo una pequeña parte de todo lo que aquí habita. Deporte, recreación, medio ambiente, música y demás hacen que nos enamoremos a cada paso de todo lo que hay disponible en esta comuna. Sin embargo, mientras recorremos sus calles, nos encontramos con una premisa capaz de hacernos repensar todo lo que considerábamos hasta el momento que teníamos claro. Unos cuantos murales, grafitis y muestras del descontento social se hacen tangibles en la zona del tranvía de Buenos Aires, llegando a la estación Alejandro Echavarría. Esta premisa impacta ante los ojos del lector y es solo el preludio de lo que realmente se siente en ese territorio.
“Mi metro me mueve de casa”, “el metro las tumbó, el metro las paga”, “el metro nos robó”; son algunas de las frases que se encuentran en la zona de San Luis, ubicada entre las calles 49 y 50D, cerca del centro comercial La Central, de la Unidad Deportiva Miraflores y en medio de las estaciones Loyola y Alejandro Echavarría del tranvía de Ayacucho. Es una zona cargada de emociones, disgustos, ausencias y desesperación de las familias que, por motivos de esta construcción, se vieron obligadas a salir de sus casas y vender sus lotes por un valor que ellos no consideraban justo.
Las emociones invaden a aquellos que eran sus habitantes al hablar, dialogar o pensar en el tema. Palabras fuertes en las que se expresa el tema sin un retorno. «Despejar, destruir, despojar y desplazar» eran algunas de las palabras que se tenían en el vocabulario al hablar de lo que sucedió en este territorio que hace parte de la Comuna 9. Familias enteras vendieron su lote a precios que ellos consideran injustos, otras que no lo han vendido y esperaban un proceso más denso.
Mientras las familias vivían este dolor y martirio, las administraciones municipales de ese momento no optaron por dar una respuesta clara, sino que divagaron entre respuestas que no fueron suficientes para estos habitantes y que ahondaban en lo que ellos ya conocían. Era necesario salir de sus casas para que pasaran a la historia de este territorio, tal como ellos se denominaron, víctimas del desarrollo.